Los lunes al sol

Hace semanas que os tengo abandonados, asi que mis disculpas por delante.

Pero seguro que los que tengais un blog o simplemente escribis para desahogaros habreis sentido esa crisis de desgana cuando la vida "real" supera a la ficcion, como se suele decir.

Lo cierto, es que en estos dias han cambiado muchas cosas en mi vida y muy rapido.

Un buen dia llegas a trabajar y cuando estas pensando en volver a casa te sorprenden con la noticia que no tienes que madrugar al dia siguiente, ni al siguiente, ni al otro...
Y es asi cuando te das cuenta que vuelves a estar los lunes al sol y te preguntas que sera de tu vida una vez mas.

Cuando las cosas parecian marchar bien, vuelve la incertidumbre de un futuro un tanto gris.

Me he tomado mi tiempo de reflexion, de asimilacion y de adaptacion y justo cuando empezaba a volver a saborear los lunes al sol, otro cambio de planes y de nuevo "on the road again".

Asi que aqui estoy, sacando tiempo de donde no lo hay y muy liada, incluso ilusionada con mi nuevo proyecto.

Lo unico que lamento es que ya no podre ejercer de abnegada madre y recoger a la salida del cole a mi Niño y disfrutar de su sonrisa al verme llegar. Pero bueno, como él dice: "mamá tiene cole nuevo".

Dicen que no hay mal que por bien no venga y que cuando se cierra una puerta, se abre una ventana.

Y quiero mirar por esa ventana y respirar ese nuevo aire fresco que nunca se sabe hasta cuando durara.

Hoy miro a ese nuevo lunes y por fin veo que sale el sol.
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Feliz lunes con sol o sin el :-)

Los tres cerditos en tiempos de crisis



Érase una vez... unos cerditos que decidieron independizarse y lanzarse a vivir la vida loca por estos mundos de dios.

Pero de repente, las vacas flacas hicieron acto de presencia y el país se sumió en un caos de tasa de paro astronómica, reivindicaciones por las plazas, okupaciones, desahucios, hipotecas impagables y banqueros corruptos.

¿Cómo se desenvolverán los tres cerditos ante este panorama y con el acecho del Lobo?

La verdadera historia de los tres cerditos en tiempos de crisis ya está disponible en la nueva sección de "Cuentos clásicos versión molona".

“Junto a sus papás, tres cerditos habían crecido alegremente en una cabaña del bosque. Y cómo ya eran mayorcitos, sus papás decidieron que era hora de que hicieran, cada uno, su propia vida, que ya estaba bien de vivir a su costa y no iban a permitir que fueran unos cerditos de la generación NI-NI.

Los tres cerditos se despidieron de sus papás, y fueron a ver cómo era el mundo.

Los papás de los cerditos hicieron una fiesta al ver que habían recuperado su independencia y no sufrieron el tan temido “síndrome del nido vacío”.



El primer cerdito, el perroflauta de la familia, decidió acamparse en una céntrica plaza de su ciudad y dormir en una tienda de campaña. En un minuto la tienda estaba montada. Y entonces se marchó a la “mani” que estaba convocada, a reivindicar un salario digno y protestar por los recortes en sanidad y educación.

El segundo cerdito, que era emprendedor, prefirió hacer un alojamiento rural. No tardó mucho en construirlo. Y luego satisfecho por haber cumplido su sueño de ser emprendedor, se sintió feliz de tener su negocio de casita rural “con encanto” en Cataluña.

El tercer cerdito, muy currante, optó por construirse una casa de ladrillos y cemento. Tardaría más en construirla y tendría que invertir todos sus ahorros en ella, pero se sentiría más protegido. La burbuja inmobiliaria había explotado y era un buen momento para invertir pues los precios estaban por los suelos. Otro cantar sería saber si el banco le concedería la hipoteca. Menos mal que no tenía sus ahorros en Bankia. Con su trabajo y esfuerzo estaba seguro que lo conseguiría.

Después de años de mucho trabajo, la casa quedó preciosa con los muebles del Ikea. Pero ya se empezaba a oír los aullidos del lobo Mariano en el bosque, diciendo “no os rescatarán, no os rescatarán… auuuu!”.

No tardó mucho para que el lobo Mariano se acercara a las casas de los tres cerditos.

Hambriento de impuestos, el lobo se dirigió a la tienda del cerdito perroflauta y dijo:

  • ¡Págame! ¡Págame o te desalojaré. Y de tu tienda de campaña te echaré!


Cómo el cerdito no desocupó la plaza, el lobo Mariano mandó a sus amigos anti-disturbios, y derrumbó la tienda de campaña. El cerdito, temblando de miedo, salió corriendo y entró en la casa de madera de su hermano, el cerdito emprendedor. Ellobo Mariano le siguió. Y delante de la casita rural con encanto, llamó a la puerta, y dijo:

  • ¡Ábreme la puerta! ¡Págame la tasa turística o tu negocio cerraré!




Pero el segundo cerdito no la abrió y el lobo achuchó y achuchó con impuestos, y el negocio se fue al garete.

Asustados, los dos cerditos corrieron y entraron en la casa de ladrillo de su hermano, el cerdito currante. Pero, como el lobo Mariano estaba decidido a comérselos, llamó a la puerta y gritó:

- ¡Ábreme la puerta!¡Ábreme y paga la hipoteca o te echaré y sin casa te dejaré!

Y el cerdito currante le dijo:

- ¡Grita lo que quieras, pero no la abriré! Entonces el lobo presionó y presionó. Intentó con todas sus fuerzas, echarle de la casa, pero no se movió.

Los cerditos juntos eran muy fuertes y resistentes. Se apoyaban los unos a los otros. El lobo se quedó casi sin recursos. Pero aunque el lobo estaba muy cansado, no desistía. Trajo una escalera, subió al tejado de la casa y se deslizó por el pasaje de la chimenea.

Estaba empeñado en entrar en la casa y echar a los tres cerditos como fuera. Pero lo que él no sabía es que los cerditos consiguieron renegociar la hipoteca con el banco.

Y el lobo Mariano, al enterarse del acuerdo, no pudo hacer nada y dio un enorme grito y salió corriendo para nunca más volver.

Y así, los cerditos pudieron vivir tranquilamente. Y tanto el perroflauta como elemprendedor y también el currante aprendieron la moraleja de esta historia, que solo con el trabajo en equipo, la iniciativa y afán de superación y por supuesto, la ayuda de los demás se consiguen las cosas”.


FIN

San Fernando: un mercado muy castizo

Puede resultar un plan atípico pero desde hacía tiempo me rondaba en la cabeza volver a sentir esa sensación de cuando era niña e iba a comprar al mercado de mi barrio con mi abuela.

Yo apenas me acuerdo pero sí que tengo varias imágenes clavadas en mi retina acompañando a mi Yaya a la compra vestida de gitana.

No me preguntéis por qué, pero debía tener dos o tres años cuando los Reyes Magos me trajeron un vestido de lunares y volantes con sus zapatos de tacón y me hizo tantísima ilusión que no había manera de quitármelo.

Como tuve la suerte de ser la nieta que más tiempo pasó con la Yaya antes de ir a la guardería y también, de ser su ojito derecho, la mujer me daba todos los caprichos y estar con ella en su casa era como una fiesta. Me dejaba maquillarme, disfrazarme con sus collares, sus tacones... en fin, todo lo que una niña podía imaginar, y yo feliz de la vida.

Y entre los caprichos, me dejaba salir a la calle y acompañarla a la compra de esta guisa. Así que estos recuerdos los guardo con especial cariño y cierta nostalgia.

Ahora aborrezco ir a la compra, de hecho es muy raro que sea yo la que vaya a las grandes superficies con la lista en mano.

Ya no quedan mercados como los de antes, de barrio, de los de toda la vida y me parecía muy triste que el Niño Molón se perdiera una experiencia como la de pasear entre puestos de frutas y verduras, entre la pescadería y la casquería...

Así que una vez más, nos liamos la manta a la cabeza y se nos ocurrió un plan molón.

Ahora que se están recuperando los mercados, aunque con una aire más moderno, decidimos que podíamos pasar una mañana muy entretenidos y en familia visitando un mercado muy castizo y allá que fuimos a visitar el Mercado de San Fernando.


En estos tiempos en los que los mercados de antes, o bien echan el cerrojazo o se reconvierten en espacios gourmet, el Mercado de San Fernando ha apostado por continuar con su línea tradicional pero lleno de la fuerza y vitalidad de jóvenes empresarios.

Este mercado tradicional abrió sus puertas en 1944 con doscientos puestos y tras años nada fáciles, ahora consta de cincuenta y cinco puestos todos ellos con un encanto especial.

En nuestra visita pasamos por su patio interior que todos los sábados se llena de vida y de actividades para grandes y pequeños.



Pasamos por la charcutería, la frutería y hasta por la tienda de cervezas artesanas.



No pudimos dejar de impresionarnos por su curiosa librería donde se compran libros de segunda mano al peso.

Donde antes había una antigua pollería y casquería, ahora ocupa ese espacio este puesto donde podemos adquirir un kilo de libros por diez euros.

Aún se conservan las básculas y se utilizan para pesar los libros de cualquier estilo, gusto y temática.


Un paseo muy interesante por un mercado donde la agudeza y el ingenio están presentes en cada lugar y en cada puesto, como este de productos extremeños en busca de clientes, no es necesaria experiencia ;-)



Pasear entre sus puestos es conocer un trocito de historia del mercado y toda una lección de emprendimiento que nos imparten cada una de las personas, jóvenes y mayores, nuevos y antiguos que luchan por revitalizar el mercado y dar a conocer esta iniciativa de recuperación de los mercados tradicionales, además de una opción de autoempleo con alquileres a precios asequibles de los puestos que aún quedan libres.


Una mañana divertida y muy entretenida en la que aprendimos muchas cosas en el mercado.