
Érase una vez... unos cerditos que decidieron independizarse y lanzarse a vivir la vida loca por estos mundos de dios.
Pero de repente, las vacas flacas hicieron acto de presencia y el país se sumió en un caos de tasa de paro astronómica, reivindicaciones por las plazas, okupaciones, desahucios, hipotecas impagables y banqueros corruptos.
¿Cómo se desenvolverán los tres cerditos ante este panorama y con el acecho del Lobo?
La verdadera historia de los tres cerditos en tiempos de crisis ya está disponible en la nueva sección de "Cuentos clásicos versión molona".
“Junto a sus papás, tres cerditos habían crecido alegremente en una cabaña del bosque. Y cómo ya eran mayorcitos, sus papás decidieron que era hora de que hicieran, cada uno, su propia vida, que ya estaba bien de vivir a su costa y no iban a permitir que fueran unos cerditos de la generación NI-NI.
Los tres cerditos se despidieron de sus papás, y fueron a ver cómo era el mundo.
Los papás de los cerditos hicieron una fiesta al ver que habían recuperado su independencia y no sufrieron el tan temido “síndrome del nido vacío”.
El primer cerdito, el perroflauta de la familia, decidió acamparse en una céntrica plaza de su ciudad y dormir en una tienda de campaña. En un minuto la tienda estaba montada. Y entonces se marchó a la “mani” que estaba convocada, a reivindicar un salario digno y protestar por los recortes en sanidad y educación.
El segundo cerdito, que era emprendedor, prefirió hacer un alojamiento rural. No tardó mucho en construirlo. Y luego satisfecho por haber cumplido su sueño de ser emprendedor, se sintió feliz de tener su negocio de casita rural “con encanto” en Cataluña.
El tercer cerdito, muy currante, optó por construirse una casa de ladrillos y cemento. Tardaría más en construirla y tendría que invertir todos sus ahorros en ella, pero se sentiría más protegido. La burbuja inmobiliaria había explotado y era un buen momento para invertir pues los precios estaban por los suelos. Otro cantar sería saber si el banco le concedería la hipoteca. Menos mal que no tenía sus ahorros en Bankia. Con su trabajo y esfuerzo estaba seguro que lo conseguiría.
Después de años de mucho trabajo, la casa quedó preciosa con los muebles del Ikea. Pero ya se empezaba a oír los aullidos del lobo Mariano en el bosque, diciendo “no os rescatarán, no os rescatarán… auuuu!”.
No tardó mucho para que el lobo Mariano se acercara a las casas de los tres cerditos.
Hambriento de impuestos, el lobo se dirigió a la tienda del cerdito perroflauta y dijo:
- ¡Págame! ¡Págame o te desalojaré. Y de tu tienda de campaña te echaré!
Cómo el cerdito no desocupó la plaza, el lobo Mariano mandó a sus amigos anti-disturbios, y derrumbó la tienda de campaña. El cerdito, temblando de miedo, salió corriendo y entró en la casa de madera de su hermano, el cerdito emprendedor. Ellobo Mariano le siguió. Y delante de la casita rural con encanto, llamó a la puerta, y dijo:
- ¡Ábreme la puerta! ¡Págame la tasa turística o tu negocio cerraré!
Pero el segundo cerdito no la abrió y el lobo achuchó y achuchó con impuestos, y el negocio se fue al garete.
Asustados, los dos cerditos corrieron y entraron en la casa de ladrillo de su hermano, el cerdito currante. Pero, como el lobo Mariano estaba decidido a comérselos, llamó a la puerta y gritó:
- ¡Ábreme la puerta!¡Ábreme y paga la hipoteca o te echaré y sin casa te dejaré!
Y el cerdito currante le dijo:
- ¡Grita lo que quieras, pero no la abriré! Entonces el lobo presionó y presionó. Intentó con todas sus fuerzas, echarle de la casa, pero no se movió.
Los cerditos juntos eran muy fuertes y resistentes. Se apoyaban los unos a los otros. El lobo se quedó casi sin recursos. Pero aunque el lobo estaba muy cansado, no desistía. Trajo una escalera, subió al tejado de la casa y se deslizó por el pasaje de la chimenea.
Estaba empeñado en entrar en la casa y echar a los tres cerditos como fuera. Pero lo que él no sabía es que los cerditos consiguieron renegociar la hipoteca con el banco.
Y el lobo Mariano, al enterarse del acuerdo, no pudo hacer nada y dio un enorme grito y salió corriendo para nunca más volver.
Y así, los cerditos pudieron vivir tranquilamente. Y tanto el perroflauta como elemprendedor y también el currante aprendieron la moraleja de esta historia, que solo con el trabajo en equipo, la iniciativa y afán de superación y por supuesto, la ayuda de los demás se consiguen las cosas”.
FIN
¡Bienvenida sea esa nueva sección que como todo es igual de molona! Y razón llevas ¡salgamos juntos de la crisis! Un besote desmadroso
ResponderEliminarMuchas gracias! Al final me he lanzado a hacer una sección de cuentos en versión "molona". Con un poco de ironía y mucha guasa, los cuentos de siempre nos pueden aportar una moraleja actualizada a los tiempos que corren. Un besote!
ResponderEliminarTan de acuerdo contigo que como siempre tienes la boca llena de razón y de cuentos. Sabes que soy fan ¡desde ya! un besote desmadroso
ResponderEliminarMe gusta la idea, voy a pasarme a ver.
ResponderEliminarEncantada de que pases por mi casa y visites la sección de cuentos clásicos versión molona, jeje! Espero que te guste y te esperamos cuando quieras. Ya sabes que somos de tener puertas y ventanas abiertas ;)
ResponderEliminar